Por Mau Batres
Para muchos artistas y diseñadores, la evolución profesional no siempre resulta sencilla y mucho menos, lineal, y en el proceso aprendemos a sortear acontecimientos que nos permiten conocernos a nosotros mismos. Este es el caso de Jorge Mañes Rubio, artista madrileño basado en Ámsterdam desde hace 12 años.
Hijo de padres arquitectos, creció rodeado entre la creatividad y el diseño. Estudió ingeniería del diseño industrial en la Universidad de Madrid, donde incursionó en el interiorismo y el diseño de mobiliario. Luego migró a Milán, al tiempo que estudiaba y trabajaba, consiguió una beca para estudiar la maestría en diseño de producto en el Royal College of Art, de Inglaterra.
Transición a la escena artística
En Ámsterdam trabajó para el Estudio Droog Design donde descubrió su anhelo por contar historias y conectar con la gente a un nivel más íntimo y profundo. Los años, el trabajo y la experiencia le permitieron identificarse a sí mismo como un verdadero artista y aprendió a trabajar con galerías, coleccionistas y el mercado del arte.
“Es muy emocionante, pero también de una responsabilidad enorme. Digamos que gané confianza para desarrollarme con mi proyecto artístico”, comparte Jorge Mañes.
Para el artista, la espiritualidad y la vida se basan en una perspectiva animista, pues piensa que existe una fuerza o presencia no solo en los seres vivos, sino también en los objetos y los lugares; por ejemplo, considera que las cuentas de vidrio y las lentejuelas no son solo elementos decorativos, sino que celebran una conexión con el más allá, tal como se creía en culturas antiguas.
A inicios de pandemia comenzó a experimentar con estos materiales, aprovechando la falta de exposiciones y el tiempo en reclusión.
“Fue cuando me decidí a utilizar cuentas de vidrio por primera vez; primero para hacer objetos chiquititos, y luego empecé a aprender cómo trabajar con ellas, hasta ahora que es un material que empleo en algunas de mis obras”.
La influencia del deporte en el arte de Jorge Mañes
Jorge juega básquetbol desde niño y es seguidor de la NBA, por ello un balón representa para él un objeto cotidiano en su vida y, curiosamente, también lo visualizaba como una representación del mundo, un mundo que pudiera estar habitado por animales fantásticos y mitológicos haciendo alusión a la idea de lo “no humano” y de coexistir con ellos. Así es como surgió su primera obra artística con un balón en el que representó a una especie de dragón.
“Las personas nos rodeamos de objetos que nos gustan, pero también son esos objetos los que nos eligen a nosotros”, agrega el artista.
Su proceso creativo, además de personal, resulta bastante intuitivo y orgánico. Se basa en la confianza de tener algo que contar y aportar, pero sobre todo, sabiendo que tiene que trabajar poco a poco para gestionar las ideas que llegan a su mente.
“La idea de hacerte a ti mismo como artista es, sobre todo, ¡creértelo! Es un proceso muy personal y de trasformación, como decía anteriormente, y de crecimiento”, aconseja.
Por consiguiente, la idea “transformación” en sus obras, parten de cómo un material o una persona pueden ser modificados a través de su interacción con una obra o una experiencia artística. En la Design Academy Eindhoven, de Holanda, Jorge aborda temas diversos con alumnos de todo el mundo como docente de la materia Contextual Design donde se discute cómo el contexto social, geopolítico, cambio climático y inteligencia artificial, entre otros, impactan en la forma en la que un artista o diseñador dan respuesta creativa a las necesidades actuales.
