”La arquitectura es el juego correcto y magnífico de los volúmenes reunidos bajo la luz.”
Le Corbusier
La iluminación en la arquitectura no solo nos permite ver bien y realizar nuestras tareas eficientemente, también crear un ambiente adecuado para ellas.
Explorando la Magia de la Luz: Más Allá de la Electricidad
La luz es un elemento (fenómeno físico) que conocemos desde pequeños, sin embargo, lo valoramos poco y muchas veces lo confundimos con la electricidad. Desde niños tenemos una relación cercana con la luz y con la ausencia de esta. Pero su magia va más allá de miedos o seguridades, condiciona nuestra conducta y estado de ánimo. Así, preferimos un restaurante a media luz si queremos declarar nuestro amor a ese ser especial, o buscamos un espacio con mucha luz si lo que queremos es divertirnos y jugar con los amigos, o un lugar de introspección estará determinado por luces tenues y cálidas.
La temperatura de la luz: Aprovechando tonos para crear ambientes
La temperatura de la luz, es decir, las tonalidades azulosa o anaranjada de la luz blanca, pueden usarse a nuestro favor y en todos los espacios en los que desarrollamos nuestra vida, se trate de oficinas, espacios de reunión, locales comerciales, entre otros; por ejemplo, en un restaurante de comida rápida, la luz fría da sensación de rapidez mientras que en un restaurante relajado, la luz cálida transmite confort.
Evolución de la Iluminación en el Siglo XXI
Desde la invención de la lámpara incandescente en 1879 por Joseph Swan y en 1880, por Thomas Alva Edison hasta hace pocos años. Las novedades en las mejoras de los filamentos, gases de relleno, invención de lámparas de descarga (fluorescentes, mercurio, sodio o aditivos metálicos), fueron muy lentas. Con avances poco significativos en cuanto a mejora de rendimientos o eficiencia lumínica. Pero a finales de los años 70’s del siglo pasado, empezó la gran revolución en la iluminación: la entrada de la electrónica.
La revolución electrónica en la iluminación
Empezó con balastros y transformadores electrónicos que hacían de las lámparas de descarga, equipos más eficientes y con ventajas adicionales como el evitar el ruido que causaban las vibraciones de las delgas del núcleo de los balastros electromagnéticos, o la disminución de calor y con ello, la disminución de riesgo de incendios al derretirse el componente que se les ponía para amortigua el ruido y que, con el sobrecalentamiento, se chorreaba.
De los Primeros LED al Nobel de Física
Pero el gran salto fueron los LED (diodos emisores de luz, por sus siglas en inglés). Si bien se inventaron en 1927 por Oleg Vladimiricich Losev, no fue hasta 1962 cuando Nick Holonyak inventó el primer LED de espectro visible. Estos componentes tenían una intensidad lumínica muy baja y se utilizaron como indicadores en equipos electrónicos. Las primeras lámparas de LED para emisión de luz, con intensidades no muy buenas, empezaron a comercializarse apenas en la década de los 90’s. En 2014, se otorgó el premio Nobel de física a los inventores japoneses Isamu Akasaki, Hiroshi Amano y Shuji Nakamura por el LED azul. El cual ofrece niveles de luz más altos, pero sobre todo, tener luz blanca, que se logra al colocar una capa de fosfato arriba de la luz azul.
A partir de entonces, el desarrollo ha sido vertiginoso tanto en eficiencia lumínica como en el tamaño de los LED. Ahora tenemos cintas de LED cuyo ancho no supera el centímetro, y alturas de 3 ó 4 milímetros, lo que nos permite poner luz en lugares donde hasta hace poco no imaginábamos.
La versatilidad de los LED, aunado a la evolución en diseño lumínico, nos ofrece nuevas posibilidades que no existían hace décadas. Eso nos lleva a fantasear y preguntarnos, ¿a dónde va la iluminación y qué rumbos tendrá?