Desde 2019, Matorral ha encontrado en el diseño de paisaje una herramienta para cuestionar nuestra desconexión con lo natural. Fundado por Andrea y César, el estudio ubicado en Querétaro trabaja desde la observación, la sensibilidad y el respeto por el territorio. Con un enfoque que privilegia los materiales naturales, las relaciones ecosistémicas y la evolución en el tiempo, su práctica busca equilibrar lo espontáneo del paisaje con las necesidades humanas contemporáneas.

Territorio, naturaleza y cohabitación
Para Matorral, diseñar paisaje es mucho más que componer espacios exteriores: es reconocer que somos parte del territorio que habitamos. “Nos hemos separado de la naturaleza como si no fuéramos parte de ella, pero somos ese mismo paisaje”, afirman. Esta conciencia los ha llevado a priorizar la observación directa del contexto —ya sea construido o silvestre— como punto de partida para cada proyecto.
Sus procesos creativos comienzan desde los sentidos: recorridos, caminatas, collages e imágenes conceptuales que les permiten traducir las cualidades únicas de cada sitio. Ya sea un terreno en el cerro o un jardín urbano, buscan honrar la esencia del lugar con una selección cuidadosa de materiales vegetales, pétreos y elementos ya existentes, como piedras extraídas de excavaciones o especies nativas del entorno.


Tiempo, cambio y espontaneidad
Uno de los ejes fundamentales de su filosofía es el respeto por el tiempo y los ritmos de la naturaleza. En sus palabras, un jardín no se termina cuando se planta, sino que apenas comienza a desarrollarse. Reconocen que el cambio constante forma parte del paisaje vivo, y que el verdadero reto está en acompañar ese proceso sin imponer una forma definitiva.
En este sentido, el trabajo de mantenimiento se transforma en una labor de manejo sensible: “Más que podar por podar, tratamos de observar qué pide el jardín, cuándo necesita ser editado y cuándo es mejor dejarlo ser”.

Colaboraciones que enriquecen la práctica
A lo largo de su trayectoria, Matorral ha colaborado con jardineros, biólogos, arquitectos, viveristas y artesanos, generando una red de saberes compartidos que nutren su visión. Cuando trabajan fuera de Querétaro, buscan aliarse con paisajistas locales que comprenden mejor el ecosistema específico de la zona.
Además, critican la tendencia de algunos desarrollos urbanos que promueven áreas verdes artificiales desconectadas del contexto: “El enfoque actual de muchos desarrolladores debe cambiar urgentemente. Necesitamos más manchas verdes que promuevan biodiversidad, no sólo decoración vegetal”.


Inspiración y propósito
Más allá del diseño, sus fuentes de inspiración son tan diversas como esenciales: desde las caminatas en el cerro y la música, hasta la obra de Von Humboldt, los libros de Eduardo Galeano, las lecturas de Gilles Clement o el simple acto de observar aves o coleccionar piedras. Todo alimenta una mirada que intenta reconectar lo humano con lo silvestre.
Con cada intervención, Matorral espera despertar esa misma sensibilidad en quienes habitan, recorren o contemplan sus paisajes: “Queremos que las personas se reencuentren con la naturaleza que habita en ellos mismos. El equilibrio no es imposible, pero sí requiere tiempo y compromiso”.

Equipo actual de Matorral:
Andrea Magaña, César A. García, Carolina Cabrera, Porfirio Olvera y Carlos Olvera.
Fotografias:
Diego Vazquez, Alejandro Ramirez, César Belio y Ariadna Polo